Hablamos con Ali Deniz Özkan sobre su música y su historia: vivió una vida nómada en América Latina después de participar en varias bandas de rock en Suiza y Los Estados Unidos.
DuvaR (La Pared, periódico nacional de Turquía)
TRABZON – Aunque la música rock es conocida por su naturaleza libertaria y antisistema, lo cierto es que sus representantes actuales actúan y producen en gran medida con fines de mercado. Ali Deniz Özkan, que vive en América Latina como un «nómada», según sus propias palabras, lleva una vida que encarna a la perfección el espíritu de la música rock.
Özkan, hijo de una familia de Ankara, comenzó su carrera musical en Suiza participando en diversas bandas y proyectos musicales. Ha estado componiendo con su banda unipersonal Black Sea Storm durante 22 años y dando conciertos principalmente en países de América Latina. Özkan, que no vive la música con afán económico, dice que solo se mueve por pasión.
Otra pasión en la vida de Ali Deniz Özkan es el Trabzonspor, el equipo de fútbol. A pesar de ser originario de Ankara pero haber crecido en Europa, Özkan es un ávido seguidor del Trabzonspor. Vive al ritmo del club al que empezó a apoyar en su juventud; incluso llamó a su proyecto musical Black Sea Storm, como el apodo del Trabzonspor. El músico no se pierde ningún partido y compra entradas anualmente aunque esté residiendo en el extranjero. Özkan, cuando el Trabzonspor se proclamó campeón, viajó de Hakkari a Diyarbakır, de Izmir a Artvin, y ofreció conciertos y recitales gratuitos durante su estancia en Turquía.
Hablamos con Ali Deniz Özkan sobre su aventura musical desde Suiza hasta América Latina.
Tiene un recorrido vital de lo más intrépido. ¿Podría resumir esta aventura? ¿Podemos saber cómo se desarrolló su vida musical y su viaje al extranjero?
Nací en Ankara en 1975. Emigramos a Suiza con mi familia en 1984; luego me marché solo a Estados Unidos en 1999 y viví allí durante once años y medio. Más tarde regresé a Suiza y me quedé seis años, después emigré a Argentina en 2017. Viví en Buenos Aires hasta agosto de 2018 y desde entonces he vivido principalmente como nómada en América Latina.
Comencé mi carrera en la música rock en 1991, con una banda que formé con mis amigos del instituto. En 1994 me uní al grupo suizo Swoan. Toqué el bajo en esta banda hasta 1999. Tres años después, en California, creé las bandas Channing Cope y Black Sea Storm. También trabajé como músico de escenario para Kenseth Thibideau en 2010-11.
¿Ser inmigrante es parte de su motivo para elegir la música rock?
Mi primer recuerdo es de cuando tenía tres años: estaba escuchando Black Dog de Led Zeppelin en vinilo con mi padre en el salón de nuestra casa en Ankara. He aquí una prueba de que me encanta el rock desde que me alcanza la memoria.
No puedo decir que ser inmigrante haya tenido un impacto directo en mi elección musical. Porque como oyente, soy un fanático natural de la música rock. Ser inmigrante lo que sí puede haber desarrollado es mi sentimiento de pertenencia a un grupo cultural. Los que están excluidos de la sociedad, a veces, pueden unirse a este sentimiento. Además, mi dificultad para integrarme los primeros años en Suiza y ser diferente puede haber puesto de manifiesto algunas sensibilidades en mi mundo espiritual.
Tomé lecciones de piano cuando era niño. Resultó un gran fiasco. Los profesores le decían a mi familia que tenía talento, pero odiaba esas clases. Era absurdo aprender a tocar canciones infantiles al piano mientras escuchaba música rock en casa, pero en ese momento todavía no había entendido del todo qué sonido provenía de cada instrumento. El piano fue una elección muy equivocada para mí. Pero si lo miramos desde una perspectiva positiva, tal vez esta primera derrota me motivó a hacer más música rock en el futuro.
¿Su familia apoyó su vida musical?
Sí, mi familia me apoyó y me brindó oportunidades; fue más condescendiente en un sentido moral. Supongo que no veían mucho futuro en mí ni en la música rock… hasta que empezamos a tocar con Swoan. Mi padre asistía a casi todos los conciertos en la ciudad. Estoy convencido de que amaba a esa banda y de que no iba a los conciertos simplemente para ver a su hijo sobre un escenario.
Tengo suerte con mi familia, siempre me dieron mucha libertad. Para mí fue una ventaja que fueran personas alejadas de la cultura prohibida, típica en otras familias turcas. Era, de hecho, más libre que mis compañeros suizos. Hacía lo que quería; incluso iba solo a la ciudad desde los ocho años.
En cuanto a la orientación profesional, sin embargo, mi familia era un poco como las clásicas familias turcas: mentalidades del tipo «hay que estudiar, hay que ser un hombre». Pero, si no vas a probar suerte con la música rock a los dieciocho, ¿cuándo lo harás? Sigo pensando que tenía más sentido hacer algo que me apasione que ir a la escuela secundaria y llenarme la cabeza de ideas y conocimientos que no iban a serme de utilidad en la vida real.
Al final mis padres formaron su mentalidad en Turquía, un país muy diferente de lo que se vive en Occidente, y hay formas de pensar y prejuicios que no se diluyen por muy ilustrado que se esté. Es como tratar de visitar Nueva York con un mapa de París.
Como alguien de Ankara que creció en Suiza, ¿cómo desarrolló su pasión por el Trabzonspor?
Mi entrada en Swoan y la teledifusión de los partidos turcos por satélite en Europa se produjo más o menos simultáneamente. Desde el principio simpaticé con el Trabzonspor. Luego en Swoan llamamos a una de nuestras canciones Trabzonspor. Una compañía discográfica lanzó un 45 RPM para el tema, que empezó a ganar fama, y el grupo empezó a crecer. La situación llegó a un punto en el que pensé que debía respaldarla.
Así acabé por convertirme en un auténtico fan del Trabzonspor; no íbamos a titular así a una canción porque sí. Ya mirábamos el mundo a través de los ojos de los rockeros independientes. Estábamos orgullosos de ser diferentes, de no ser convencionales. Trabzonspor era el equipo perfecto para gente con esta mentalidad. Sus colores forman la combinación más magnífica del mundo.
Trabzonspor terminó por ser nuestra canción más fuerte de ese período. Recibimos muy buenos comentarios del público, especialmente en los conciertos. Todos nos preguntaban el nombre de la canción. Algunas personas conocían el club de fútbol; otras oían hablar de él por primera vez gracias al tema. Dimos un concierto en un barrio suburbano de Francia y Alex Müller, nuestro guitarrista, vestía la camiseta del Trabzonspor. Salió a comprar algo antes del concierto y, mientras caminaba por el barrio, la gente le gritaba: «¡Trabzon!, ¡Trabzon!». Menuda fue la sorpresa de Alex al comprobar que había hinchas del club en Francia.
Después de un concierto que dimos en Ginebra, una discográfica llamada Noise Product nos ofreció un álbum de 45 RPM. Como a la mayoría de las personas que asistieron a nuestros conciertos, les gustó mucho la canción del Trabzonspor. Fuimos y grabamos la pista en el estudio y decidimos ponerla en la cara A del futuro disco. Casualmente, una semana antes del concierto de presentación y el lanzamiento, los dueños de nuestra discográfica fueron a Estambul un par de días. Cuando vieron las camisetas del Trabzonspor en el Gran Bazar, compraron algunas y las trajeron a Ginebra: las usamos en el concierto de presentación del disco.
Cuando se lanzó el 45, el interés por el tema del Trabzonspor no hizo más que aumentar. Por un lado, seguía la temporada 95-96, y, por el otro lado, mi grupo iba creciendo con esta canción. Puedo decir que todo este proceso onírico me convirtió en el aficionado al Trabzonspor que soy a día de hoy. Me dolió profundamente cuando nos perdimos el campeonato al final de la temporada 95-96, pero al mismo tiempo creo que eso me reafirmó como verdadero seguidor. Después de ese partido en particular (el partido en el que el Trabzonspor perdió el campeonato ante el Fenerbahçe en la temporada 95-96), abracé al Trabzonspor aún más fuerte.
Entonces, ¿cómo se desarrolló y terminó la historia de la banda Swoan, para la que escribiste canciones importantes?
Después de mi banda del instituto, toqué en otra llamada Skillings. Luego tuve problemas para encontrar una banda como guitarrista. Un viejo amigo rockero de mi madre me dijo: «Si te conviertes en bajista, nunca estarás desempleado». Entonces comencé a tomar lecciones de bajo.
Un día vi un anuncio de la banda Swoan que buscaba bajista. Fui por probar, y al parecer les gustó mi interpretación. El hecho de que yo estuviera loco y extra motivado en ese momento debió intimidar a los miembros existentes, pues al principio no querían aceptarme en el grupo. La única persona a la que pareció agradarle la idea de incluirme en la banda fue al primer guitarrista de Swoan, Vincent Stohler. Lo llamé con frecuencia y prácticamente lo obligué a que me aceptaran.
A pesar de que durante la audición no hiciéramos buenas migas, el inquieto líder de la banda, David Mamie y yo nos hicimos amigos tan pronto como empezamos a tocar juntos. Nos llevamos muy bien musical y artísticamente. Luego, durante muchos años, lo hicimos todo juntos. Cuando me uní a la banda, David se encargaba de componer al completo todas las canciones. Cuando vio que yo también sabía hacerlo, me dejó total libertad con el tema del bajo. Nos la pasábamos saliendo día y noche. Nos volvimos como hermanos en poco tiempo.
Después de que Vincent dejó la banda, incorporamos a Alex Müller. El grupo estaba progresando bastante bien. La casa discográfica que lanzó el Trabzonspor 45 nos ofreció un álbum y lanzamos In Love.
Realizamos conciertos preliminares de bandas famosas como Mogwai, Royal Trux, Drogstore, The Godfaathers, dEUS. Una vez tocamos en un preconcierto en Francia de una banda llamada Marousse, formada por miembros de la antigua banda de Manu Chao, Mano Negra. Después de un tiempo, nuestra casa discográfica quiso comercializarse fuera del país. Corría el año 98 y la banda prometía. Mientras todo iba bien, el grupo se disolvió repentinamente. La historia de Swoan me recuerda un poco a la historia de la temporada 95-96 del Trabzonspor. Si bien todo iba perfectamente, la película de repente se vino abajo.
Siempre incorporó su amor por el Trabzonspor en su música. Tanto es así que actualmente está utilizando el nombre Black Sea Storm como nombre artístico. ¿Ve puntos en común entre el fútbol y la música rock?
El Trabzonspor entró en mi carrera con la canción Trabzonspor y después siempre formó parte de cada trabajo musical que hice como un motivo semi secreto. Se trata simplemente de rendir homenaje al equipo que amo, un guiño, mostrar mis colores y declarar mi amor, teniendo cuidado de no atribuirse el mérito del nombre del club. En todos los conciertos que di con Channing Cope llevaba una bufanda del Trabzonspor en mi amplificador. En el altavoz inferior de mi bajo y amplificador estaba el logo del Trabzonspor, y a algunos conciertos llevaba la camiseta.
Creo que hay mucho en común entre la música rock y el fútbol. En primer lugar por las posiciones: está la batería, que sería el equivalente al portero; los bajistas, a los que siempre vi como a los defensores; los guitarras como mediocampistas, y los vocalistas como delanteros.
También hay aspectos comunes entre ser un buen grupo y ser un buen equipo de fútbol. Cuando reúnes a los mejores músicos, no siempre surge la mejor banda. Al igual que ser un equipo, ser una banda requiere trabajar duro, codo con codo, conocerse y compartir la misma visión. La conexión entre líneas es muy importante en la música rock, como en el fútbol. La armonía entre batería y bajo, bajo y guitarra, guitarra y voz es uno de los factores determinantes en el éxito de una banda.
También hay similitudes en el elemento de la audiencia. Si juegas mal, el factor audiencia puede reducir psicológicamente tu desempeño. Si juegas bien, puedes llegar más alto e incluso hacerte jugar mejor. Al igual que los partidos de fútbol sin espectadores, los conciertos más difíciles para mí siempre han sido aquellos con muy poco público. Puede resultar más difícil lograr la concentración en tales situaciones.
¿Cómo fueron sus experiencias estadounidenses y latinoamericanas después de la ruptura de Swoan?
Cuando Swoan se separó, fue para mí el mayor drama que podía vivir en ese momento. Resulta que fue lo más positivo que me pasó en la vida. Tan pronto como Swoan se disolvió, asumí mi responsabilidad y emigré a los EE.UU. en septiembre de 1999.
Mi aventura en Estados Unidos fue una experiencia digna de cine. Era como si hubiera caminado por Suiza todos estos años con pesos en los pies. Cuando llegué a California, literalmente emprendí el vuelo. En 2001, comencé a tocar en una banda llamada Bosom of the Urgent West en San Diego, California. Fundamos la banda Channing Cope en 2002. Lanzamos tres álbumes, dimos más de doscientos conciertos y realizamos casi diez giras. Además, en 2002 comencé en solitario el proyecto Black Sea Storm.
Dejé la escuela secundaria por Swoan y mi familia no me lo perdonó. Terminé el instituto en Estados Unidos en una semana. Luego estudié en San Diego City College durante tres años. Siempre estuve entre los mejores estudiantes de mi clase y esto me permitió transferirme a UCSD (Universidad de California, San Diego). Estudié allí durante tres años y me gradué.
Dejé Estados Unidos en 2011. Todavía considero que dejar Estados Unidos es la peor decisión que he tomado en mi vida. Regresé a Suiza. Inmediatamente encontré un buen trabajo en la industria del software. Luego me ascendieron y trabajé como gerente los siguientes cinco años, hasta que la empresa estuvo a punto de cerrar y perdí mi trabajo. Estuve buscando trabajo en Suiza durante aproximadamente un año. Era muy costoso encontrar un puesto de trabajo similar. Incluso cuando en Suiza todo iba bien, no estaba contento. Siempre extrañé San Diego.
Llevaba un tiempo preparando mi plan de emigrar a América Latina. Durante mis vacaciones fui dos veces a Argentina y realicé exploración e investigación. Tenía en mente la idea de mudarme allí y abrir una cafetería. Asistí a clases nocturnas en Suiza y obtuve un certificado de gestión de restaurantes. Me marché a Argentina, definitivamente, en enero de 2017.
En cuanto a la música, traje mi bajo y un montón de cables para montar un estudio en el futuro. Toqué sin amplificador durante seis meses. No pude soportarlo más y en mi cumpleaños compré una guitarra eléctrica y una tarjeta de sonido para empezar a lanzar canciones sencillas con Black Sea Storm. El segundo sencillo que lancé fue Baharlarda. Un año y medio después de su lanzamiento, esta composición empezó a llamar mucho la atención en las plataformas y se convirtió en la canción más escuchada de Black Sea Storm.
Me concentré en el proyecto del café durante esos primeros seis meses en Argentina. Cuando llegué a la etapa de alquilar un local, di un giro de 180 grados y abandoné la idea de abrir una cafetería. Encontré un trabajo desde casa para empresas de software. Me matriculé en una universidad privada para obtener un permiso de residencia. Estaba estudiando Gastronomía. Tuve que dejarlo cuando las tasas escolares se duplicaron. Cuando abandoné la escuela no pude renovar mi permiso de residencia en Argentina.
Encontré la solución yendo y viniendo a Uruguay cada tres meses para renovar mi visa de turista. Aunque esta situación era un poco difícil, comencé a disfrutar viajando. La oficina a la que estaba afiliado no estaba en Buenos Aires, y después de un tiempo me di cuenta de que podía vivir sin estar en Argentina. Guardé mi guitarra eléctrica, mi bajo y mis objetos pesados.
Empecé mi vida. Llamé a esta vida nómada mía «Verano sin fin» (Sonsuz Yaz), como una canción que lancé con Black Sea Storm. Mi objetivo era ir y venir constantemente entre los hemisferios norte y sur y vivir en las temporadas de primavera y verano.
Adapté canciones existentes de Black Sea Storm a la guitarra acústica y comencé a trabajar como músico callejero y luego a dar conciertos por mi cuenta. Estuve de gira con una guitarra acústica durante ocho o nueve meses, y luego me regresé a Buenos Aires por dos o tres meses más, donde grabé con mi guitarra eléctrica y mi bajo.
Hasta principios de 2020 todo iba exactamente como yo quería. Iba de país en país y daba conciertos, pasando de vez en cuando por Argentina a grabar. Después de grabar durante tres meses en Buenos Aires en marzo de 2020, guardé mis pertenencias y me fui a Uruguay en barco. Después de Uruguay mi objetivo era empezar por Paraguay, Bolivia y seguir de gira hasta llegar a México. Me de Buenos Aires a Montevideo en 2020. El 13 de marzo se cerraron las fronteras por la pandemia y tuve que quedarme en Uruguay por seis meses. El eterno verano en el hemisferio sur se había convertido para mí en un eterno invierno. Me mudé de Uruguay a México en septiembre de 2020 y continué mi vida nómada desde donde la dejé.
¿Cuándo fue la última vez que vino a Turquía?
En mi entrevista con la revista Trabzonspor en 2022, me preguntaron cuál era mi sueño personal con el club. Dije que quería estar en Trabzon la noche del campeonato y que mi plan era comprar una entrada combinada anual e ir a todos los partidos del equipo, y hacer una gira por Turquía con Black Sea Storm los días en los que no hubiera.
Estuve en México ese año. Mientras caminaba por la playa de Mazatlán, me pregunté: «¿Por qué lo que dices debería seguir siendo un sueño?». Tenía absoluta fe en que el equipo saldría campeón. Decidí regresar a Turquía y hacer realidad mis sueños.
Se superaron las expectativas. El equipo salió campeón; estuve en las gradas de Akyazı en el momento del campeonato. Dimos veintiún conciertos con Black Sea Storm en Turquía. La gira en la región del Mar Negro también coincidió con el campeonato. Mi banda Black Sea Storm, que significa «Tormenta del Mar Negro», la fundé en San Diego en 2002. Después de estar en tantos países y de dar conciertos, me encontré en Trabzon la noche del campeonato. Nada podría haber sido más significativo para mí. Vivo por este tipo de momentos: estas cosas son las que dan significado a la vida.
¿Qué vivió en la ciudad y en los partidos durante el proceso del campeonato? ¿Cómo se sintió en ese momento?
La etapa del Black Sea Storm Tour en el Mar Negro terminó en Rize, un día antes del Ramadán. Al día siguiente fui a Trabzon. Tenía una entrada para el partido del Beşiktaş que jugaríamos en casa. Tenía pensado quedarme en la ciudad hasta el campeonato. De repente, el equipo empezó a enumerar los empates y me quedé en Trabzon, donde vine al principio por la gira y donde terminé por quedarme durante un total de cuarenta días. Pasé todo el mes de Ramadán en la ciudad. Fui a Estambul y regresé solamente para un concierto. En los últimos días del Ramadán llegamos al final feliz en el partido de Antalya y yo estaba en el estadio.
En cuanto a cómo me sentí en el momento del campeonato, lo cierto es que experimenté un gran arrebato emocional y lloré. Antiguos jugadores, entrenadores y directivos que sudaban por este resultado desde los años 90 pasaron ante mis ojos como una película. Ese campeonato no fue solo para el equipo de aquel momento: fue el campeonato de todos los miembros del Trabzonspor que trabajaron duro, violaron sus derechos y sacrificaron sus vidas.
Mi humor entonces no se tradujo en saltos. En mi mente estaba principalmente el pensamiento de que finalmente se había hecho justicia. En ese momento pensé que habíamos logrado derrotar tanto a los oponentes como al corrupto sistema de fútbol turco. Salí de la ciudad dos días después del campeonato. Nunca olvidaré esos cuarenta días que pasé en Trabzon.
Hizo música en todas las regiones de Turquía. En Estambul, Izmir, Trabzon, Edirne, Konya, Eskişehir, Diyarbakir, Urfa y muchas otras ciudades… ¿Cuáles fueron los lugares que más le impresionaron?
Hakkari Yüksekova y Şemdinli me impresionaron mucho por la amabilidad y la pureza de corazón de la naturaleza y de las personas. No pensé que Van pudiera ser una ciudad tan moderna. Me sorprendió el alto nivel cultural de Diyarbakır Sur y sus esfuerzos por elevar su propia cultura a un nivel superior sin imitar a otros. La ubicación y la arquitectura de Mardin me fascinaron. Encontré paz y comí buena comida en Konya y Kayseri. No esperaba que Hatay fuera tan socialmente moderno.
Los conciertos en Artvin, Rize y Trabzon destruyeron la mayoría de los prejuicios del Mar Negro que de alguna manera estaban cargados en mi mente. Puedo decir que Trabzon es la ciudad donde me siento más como en casa en Turquía. La tranquilidad y el hermoso clima de Datça fueron muy beneficiosos. Edirne fue muy agradable. Creo que Estambul fue el que más me desafió. Allí, siempre que tenía la oportunidad, iba a las islas y descansaba.
¿Qué opina de la visión que tiene la gente sobre la música rock en Turquía?
Si abres cualquier plataforma de música global, te encontrarás con muchas buenas bandas de rock originarias de Turquía. En realidad, el escaparate no está nada mal. Cuando vine físicamente a Turquía, observé que la mayoría de estos grupos y artistas no eran muy activos. Algunas bandas muy buenas tocan una o dos veces al año.
Creo que estar en un grupo significa estar activo todo el tiempo. No debes dejar tu trabajo solo porque no pudiste lograr el éxito. Mientras continúes, estarás vivo. De todos modos, el objetivo no debería ser la popularidad o el éxito comercial. Haz tu parte, haz la música en la que crees y mantenla viva.
Creo que el principal problema de la música rock en Turquía es que hay que provenir de una clase burguesa o de élite para interpretarla. En Europa o América del Norte, las escenas también pueden consistir en rockeros que trabajan como mecánicos, camareros y jardineros. No podemos escuchar las historias de un vendedor de mejillones o de bagels en Turquía. No solamente no podemos escuchar el rock turco, sino que también se le priva de la determinación de sobrevivir y del espíritu de lucha que se encuentra en esa capa social. Cuando el país se vuelva próspero, la música rock alcanzará el nivel de base y aportará una dimensión completamente diferente. En los países ricos, tanto las personas más ricas como las de menores ingresos pueden interpretar esta música. A medida que disminuye el nivel de ingresos en el país, la música rock se convierte en una música hecha por la clase élite. Si a esto le sumamos que los instrumentos musicales importados en Turquía son dos o tres veces más caros, vemos que estamos en mucha desventaja. La ventaja de quienes saben rockear en el país es que hay mucha menos competencia en comparación con los países desarrollados. Incluso el hecho de poder comprar una guitarra elimina a gran parte del país de la competencia. Creo que lo más importante que puede mejorar la música rock turca es que el público sea más consciente y apoye la música original local.
¿Cuál es su objetivo en la música? ¿Planea llevar la vida nómada a otros países?
Ahora mismo no tengo otro propósito en la vida que desarrollar mi proyecto Black Sea Storm y ser un buen aficionado del Trabzonspor. Quizás si tengo la oportunidad me gustaría volver a tocar el bajo en una buena banda.
El proyecto Black Sea Storm va más allá de la música. Esto incluye una organización de viajes interminable, producción de contenido, organización de giras, proyectos de redacción y promoción. Mientras se hace todo esto, es necesario mantenerse sano y fuerte. Es necesario adaptarse constantemente a los cambios climáticos. Estás solo en la distancia. Llevo seis años viviendo en lugares relativamente peligrosos tan solo con el equipaje y la mochila. Esta no es una actividad sencilla como parece desde fuera. Es un proyecto muy completo donde casi todo lo hace una sola persona.
Sería muy feliz si pudiera llevar este proyecto a niveles más altos sin dejar de ser independiente. Black Sea Storm es una forma de vida para mí. Lo veo como una postura contra la industria musical basada en la explotación de los músicos. Estoy dispuesto a vivir una vida nómada en cualquier lugar, pero esto no es posible en los países desarrollados con mi situación financiera actual. Los países a los que iré tendrán que ser países relativamente baratos. También es importante que pueda hablar el idioma de los lugares que visito. No me veo como un turista. Casi nunca salgo con otros extranjeros. Para mí lo que tiene sentido es relacionarme con los locales y comprender la vida que viven.
Actualmente está en América Latina. ¿Como es su vida allá?
Estuve en México antes de regresar al país para la gira de Turquía con Black Sea Storm. Puedo decir que regresar a México después de exactamente un año fue como una cura para mí. El año 2022, que pasé la mayor parte en Turquía, fue quizás uno de los años más bellos y coloridos de mi vida. No importa cuánto lo disfruté y cuántas cosas maravillosas experimenté, puedo decir que también estuve cansado durante mi estadía en Turquía. Me di cuenta de que fumar excesivamente en lugares públicos, la cultura patriarcal, las relaciones entre hombres y mujeres diferentes a las de Occidente, la falta de un enfoque profesional y la gente en general infeliz me estaban cansando. Creo que viajar y regresar a los mismos lugares te da perspectiva y te ayuda a conocerte mejor a ti mismo. Desde que regresé a México di un concierto en Sinaloa. También comencé a grabar videos de presentaciones en vivo mientras tocaba la guitarra y cantaba en diferentes lugares de la naturaleza y las ciudades. Mi objetivo es presentar de alguna manera el fenómeno de los viajes a la gente con mi música, sin ser un YouTuber. Además, comencé a grabar y compartir videos de conferencias que transmiten mis conocimientos y pensamientos sobre la música rock.
Si abres cualquier plataforma de música global, te encontrarás con muchas buenas bandas de rock originarias de Turquía. En realidad, el escaparate no está nada mal. Cuando vine físicamente a Turquía, observé que la mayoría de estos grupos y artistas no eran muy activos. Algunas bandas muy buenas tocan una o dos veces al año.
Adaptación de la traducción: Estel Colomer
Leer la entravista original en turco desde el sitio de DuvaR